I edición del Correo del Orinoco: Escribimos en un país libre y no nos proponemos engañar al público

El 27 de junio de cada año se celebra en Venezuela el Día del Periodista, fecha que fue sugerida por el comunicador, escritor y político Guillermo García Ponce, en el año 1964, cuando por una acusación de rebelión militar, al oponerse al Pacto de Punto fijo, fue encarcelado en el Cuartel de San Carlos.

Desde ese recinto García Ponce, hace saber su planteamiento a la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP), que celebraba su IV Convención Nacional, en la ciudad de Valencia, en el estado Carabobo, sugiriéndole que este día se conmemorara en la misma fecha en la que el semanario el Correo del Orinoco emitió su primera edición.

El periódico que fue pieza fundamental en el movimiento independentista circuló por primera el 27 de junio de 1818, y fue impulsado por el Libertador Simón Bolívar quien notó la necesidad de dar a conocer y propagar la doctrina patriota, al tiempo que buscaba contrarrestar las campañas en contra de la causa emancipadora, promovidas por la publicación la Gaceta de Caracas.

Es por esto que para llevar adelante su propósito Bolívar se comunica en septiembre de 1817, desde Angostura, con Fernando Peñalver, político y estadista venezolano que se encontraba en Trinidad, para solicitarle de forma urgente el envío de una imprenta, mándeme usted de un modo u otro una imprenta que es tan útil como los pertrechos, escribió el caraqueño.

En octubre de ese mismo año Peñalver logró adquirir el necesario artefacto por 2 mil 200 pesos, enviándolo luego hacia el Libertador en la goleta María. Estas acciones arrojaron como resultado la primera edición del periódico el 27 de junio de 1818, con el lema de Somos libres, escribimos en un país libre y no nos proponemos engañar al público.

Este primer ejemplar circuló con cuatro páginas y dentro de sus informaciones contenía noticias sobre la victoria de los generales José Antonio Páez, Manuel Cedeño y José Antonio Anzoátegui, contra las tropas realistas en los llanos de Cojedes y Calabozo; así como la embestida de los soldados de los generales Santiago Mariño y José Francisco Bermúdez, cuando intentaban tomar la plaza de Cumaná.

En esta edición los lectores también apreciaron una carta enviada por Juan Martín de Pueyrredón y ODogan, quien se desempeñaba como Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, en la que de una manera apasionada halagaba y se manifestaba a favor de las luchas que los soldados, líderes, políticos, escritores y estudiosos mantenían en pro de la causa libertadora.

La respuesta de Bolívar a dicha correspondencia también se vio reflejada en esta edición, en la que se podía leer, cuando el triunfo de las armas de Venezuela complete la obra de su Independencia, nos apresuraremos a entablar el pacto americano...que presente la América al mundo con aspecto de grandeza sin ejemplo.

También se publicaron decretos de circulación de monedas, para evitar futuras vicisitudes económicas en el país.

Debido a la novedad del nuevo boletín emancipador los locales adquirieron las primeras ediciones en el lugar donde se imprimían, así como en la Capitanía de Puerto. Asimismo los interesados podían suscribirse a esta publicación con un costo que debían pagar mensualmente.

El espíritu revolucionario y liberador que guardaban las letras de esta edición también llegó hasta colonias inglesas y francesas, así como a Estados Unidos e Inglaterra, a bordo de las embarcaciones La Libertad, la inglesa Halifax Packet, y la francesa Ana.

El encargado de su dirección y redacción fue Francisco Antonio Zea, quien en su ausencia fue sustituido por Juan Germán Roscio, Manuel Palacio Fajardo, José Rafael Revenga y José Luis Ramos; mientras que el responsable de imprimirlo fue el tipógrafo Andrés Roderick, quien cuatro años después se convertiría en corresponsal del periódico desde Maracaibo.

La edición que se encontraba en un formato de 31 centímetros de alto por 32 de ancho, divido en dos columnas, comunicaba que se emitiría semanalmente los días sábados. Este formato de impresión lo mantuvo hasta el número 12 en el cual se extendió a 36cm por 24cm, y pasó de tener dos a tres columnas hasta su último número, la edición 128 que salió a la luz el 23 de marzo de 1822.

Este esfuerzo invaluable para la independencia de Venezuela contó con los escritos de personalidades como Fernando Peñalver, Ramón Ignacio Méndez, Antonio Nariño, José María Salazar, Luis López Méndez, Francisco de Paula Santander, Francisco Javier Yánez y el propio Simón Bolívar.

De igual forma, disponía de figuras que ejercían como corresponsales, entre los que se encontraba Cristóbal Mendoza, desde Puerto España y Vicente Tejera, desde San Thomas.

El Correo del Orinoco tuvo 133 ediciones, 128 numeradas y cinco extraordinarias, cuyo contenido reflejó las gloriosas acciones militares de Boyacá y Carabobo. En cuanto al idioma del semanario, no sólo se publicaba en castellano, algunas ediciones también se traducían al inglés y al francés, ya que su fin era propagar los logros patriotas y los ideales independentistas y emancipadores dentro del territorio, y en las colonias y países foráneos.

Asimismo incluía artículos en francés e inglés, así como proclamas de Bolívar, obras de los héroes patriotas, decretos, leyes, boletines del ejército, extractos de periódicos extranjeros y diversos avisos sobre entrada y salida de buques, anécdotas, curiosidades, poemas, cuentos y novelas. Todo esto con el fin de cohesionar al ejército, sumar seguidores a unirse a la causa, desmoralizar al bando realista, impulsar el apoyo extranjero, así como propagar los ideales y las acciones para la construcción de un nuevo Estado.

Bolívar expresó el 4 de agosto de 1826 en carta a José Antonio Páez, la importancia de este nuevo brazo de la lucha independentista, que fue parte del debate comunicacional para conseguir la emancipación de Venezuela, al indicar que el mismo fungió, como artillería de pensamiento, educador de masas de hoy y mañana, portavoz de la creación de un nuevo orden económico y de la información internacional desde el punto de vista de nuestros intereses, fiscal de la moral pública y freno de las pasiones, vigilante contra todo exceso y omisión culpable, catecismo moral y de virtudes cívicas, tribunal espontáneo y órgano de los pensamientos ajenos.

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